Algunas gotas de sangre y un par de tacones

Prólogo

Leo Batic

 TACOS Y SANGRE

Dos certezas me asaltan una vez que los cuentos de este libro han dejado de retumbar en mi cabeza.

La primera es que Algunas gotas de sangre y un par de tacones es una antología de climas. Cada cuento es una invitación a un mundo diferente dentro del terror. Andrea y Gema pintan, a veces con la austeridad de las palabras en un cementerio y a veces con las recargadas descripciones de una catedral gótica; oníricos paisajes de un mundo tan actual como antiguo. El escenario cotidiano nos envuelve como una trampa y el terror ancestral se cuela como un veneno al que uno ya no podrá escapar.

El desenlace fatal no está en el punto con que concluye cada relato sino en la semilla que ellas dejan palpitando en la imaginación del lector. Es en ese pacto de historias antiguas y miedo conocido que este libro consigue su cometido. Porque no importa que tan bien conozcamos leyendas, fábulas y películas, siempre hay una manera nueva de llevarnos por el camino de la oscuridad.

La segunda certeza es más sutil. Es la que el hombre sabe instintivamente de toda mujer: nadie mejor que ellas como aliadas, nadie peor como enemigas.

Andrea y Gema se alían para tejer con precisión este libro con puntadas cuidadas, pero son las mujeres que habitan las historias las que obran de titiriteras del miedo. Santas, diabólicas, inocentes, culpables, traicionadas y traidoras, son ellas quienes protagonizan cada cuento y arriesgan su propia vida en cada palabra para nuestro deleite. Y es por eso que el libro tiene una enorme carga de sensualidad y erotismo. Porque ellas controlan cada instante, disfrutando de la certeza de ser ellas las dueñas del final.

Los invito a recorrer cada cuento con la urgencia del último palpitar y el paciente degustar de una piel inmaculada, con la certeza de la muerte agazapada y el sabor profano de unas gotas de sangre.